8 de febrero de 2012

Inevitablemente esta entrada

Mira qué lindo es verte hace dos o tres años. Estabas gris y plateado en las tardes de lecturas pausadas. Estabas lindo. Lindo. Y recordarte ahora es renovar tu existencia, tu aliento amarillo, tus delgadas palabras. Recordarte y oírte es querer amar lo absurdo y al mismo tiempo amar la versatilidad del lenguaje.


No necesitabas traducciones por esos días. Ni por estos. Tú sólo ibas verde y amarillo, y crujiente como las hojas que caen en el parque de la independencia. No necesitabas nada, o sí, el lenguaje de sabor agudo y feliz.


Deberías verte en mi retrato. Deberías. Te ves tan alegre. Te ves rasgando delgadamente los de las líneas de mi existencia, las ausencias anheladas, los agujeros en el día.
La muerte es una noticia más. Mis letras hoy son esto y las tuyas son el resto de lo que hay aquí y allá.