1 de agosto de 2009

Y es que al pie de la montaña solo hay ver qué mirar
que con el rojo se mezcla del café por madurar...

--Un trozo de lo que intentaba hacer cuando tenía tiempo para hacerlo y fracasé--

Pensar una relación con el café ahora es dificil. Intentar señalar las razones, o de nombrar los aspectos más especiales, resulta tan vano como placentero al momento de beberlo.
Sólo habría que decir que el mundo que todos los días tejo, la visión de las cosas que oscilan en categoría vanas, siempre han sido acompañadas por un tinto. Muchas veces la calidad es regular, pero el dialogo que se desata con su bebida y con el día es simplemente especial. Se ha convertido en una excelente compañía y no sólo da una noción de tiempo (el día va pasando...la universidad muchas veces se vuelve cotidianidad vacía...), sino también espacial

Hubo semanas en las que su sabor me producía una sensación de seguridad de que los días iban pasando y yo iba supuestamente creciendo. La verdad, el consumo de sí más que darme una noción de tiempo, en realidad me daba una de espacio, a saber, no de aquello que se puede medir con algo contable sino más bien de algo que desborda la distancia sensorial de la lengua y termina en el amargo del fondo de la tasa. Espacio